La cirrosis hepática es una enfermedad grave debido a la importancia del órgano al que afecta: el hígado. Este órgano interno es el más grande del cuerpo y entre muchas de sus funciones, sirve como parte esencial del sistema digestivo. Permite producir bilis, la cual se almacena en la vesícula biliar y luego es liberada en el intestino delgado, donde ayuda a descomponer los alimentos grasos.
Asimismo, el hígado también ayuda a mantener la composición adecuada de la sangre al regular las cantidades de grasa, proteína y azúcar que entran en el torrente sanguíneo.
En el siguiente artículo de Clínica Internacional para la especialidad de Gastroenterología, compartiremos contigo información sobre la cirrosis hepática, sus síntomas, tratamiento y métodos de prevención.
¿Qué es la cirrosis hepática?
La cirrosis es una enfermedad degenerativa grave que se produce cuando las células sanas del hígado se dañan y se reemplazan por tejido cicatricial, generalmente como resultado del abuso del alcohol o la hepatitis crónica. A medida que las células del hígado dan paso a un tejido cicatricial duro, este órgano pierde su capacidad para funcionar correctamente.
El daño es severo y conduce a una insuficiencia hepática y posiblemente a la muerte.
La cirrosis hepática también representa otro peligro: las cicatrices densas disminuyen el flujo normal de la sangre a través del hígado, lo que hace que esta encuentre vías alternativas para regresar al corazón (incluyendo venas a lo largo del estómago y el esófago). La presión adicional en estos vasos sanguíneos, llamadas várices, puede provocar que se agranden y, en algunos casos, se rompan.
La cirrosis hepática es una enfermedad irreversible e incurable. Muchas veces, la única opción tratamiento para que el paciente pueda curarse es un trasplante de hígado. No obstante, se puede ralentizar, especialmente si se detecta en las primeras etapas de desarrollo.
¿Qué tan importante es el hígado?
Como el filtro de sangre primario del cuerpo, el hígado trabaja para desintoxicar el alcohol, las drogas y otras sustancias químicas potencialmente dañinas. Junto con el bazo, el hígado atrapa y desecha los glóbulos rojos desgastados. Y, debido a que ayuda en la eliminación de bacterias y virus de la sangre, es un componente vital del sistema inmunológico.
Si tu hígado no funciona correctamente, eres más susceptible a sufrir de infección y otras enfermedades.
Causas
La cirrosis hepática ocurre como resultado de una lesión a largo plazo en el hígado. Las posibles causas incluyen virus, deficiencias genéticas, obstrucción prolongada del flujo biliar y largos períodos de exposición a drogas y otras sustancias tóxicas.
En la mayoría de los casos; sin embargo, el consumo excesivo de alcohol es el principal culpable.
Algunas personas que beben mucho desarrollan hepatitis alcohólica, una inflamación del hígado que puede durar una semana o dos, produciendo síntomas de náuseas, fiebre, pérdida de apetito, ictericia y confusión. Con el tiempo, la condición también puede conducir a una cirrosis hepática.
Si bebes, y lo haces en exceso y con frecuencia, pídele a tu gastroenterólogo que te examine para detectar signos de la cirrosis hepática. Esto es necesario incluso si te sientes saludable; los síntomas de la cirrosis no aparecen hasta que es demasiado tarde para detener la enfermedad o retrasar su progreso.
Otra causa frecuente de cirrosis es la hepatitis viral. De las diversas formas de esta enfermedad, solo dos, la hepatitis B y la hepatitis C son las que pueden llegar a causar una infección crónica y provocar la cirrosis hepática.
Síntomas
Los síntomas de la cirrosis hepática se producen porque el hígado no puede purificar la sangre, descomponer las toxinas, producir proteínas de coagulación y ayudar a la absorción de grasas y vitaminas liposolubles.
Algunos de los síntomas incluyen:
- Disminución del apetito
- Hemorragias nasales
- Ictericia (coloración amarilla)
- Pequeñas arterias en forma de araña debajo de la piel.
- Pérdida de peso
- Anorexia
- Picazón en la piel
- Debilidad
Los síntomas más graves son:
- Confusión y dificultad para pensar con claridad
- Hinchazón abdominal (ascitis)
- Hinchazón de las piernas (edema)
- Impotencia
- Ginecomastia (cuando los hombres comienzan a desarrollar tejido mamario)
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Diagnóstico
Tu gastroenterólogo empezará con el diagnóstico revisando tu historia clínica y realizándote un examen físico. Tu historia puede revelar el abuso de alcohol a largo plazo, exposición a la hepatitis C, antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes u otros factores de riesgo.
Dentro del examen físico, tu gastroenterólogo buscará señales o signos como:
- Piel pálida
- Ojos amarillos (ictericia)
- Palmas enrojecidas
- Temblores en las manos
- Un hígado o bazo agrandado
- Testículos pequeños
- Exceso de tejido mamario (en hombres).
- Disminución del estado de alerta
Algunos exámenes médicos pueden revelar qué tan dañado está hígado. Algunas de las más utilizadas para la evaluación de la cirrosis son:
- Hemograma completo (para revelar anemia)
- Análisis de sangre de coagulación (para ver qué tan rápido se coagula la sangre)
- Albúmina (para detectar una proteína producida en el hígado)
- Pruebas de función hepática
- Fetoproteína alfa (una prueba de detección de cáncer de hígado)
Las pruebas adicionales que pueden evaluar el hígado incluyen:
- Endoscopia superior (para ver si hay várices esofágicas)
- Ecografía del hígado
- Resonancia magnética del abdomen
- Tomografía computarizada del abdomen
- Biopsia hepática (la prueba definitiva para detectar la cirrosis).
Tratamiento
El tratamiento para la cirrosis hepática varía según la causa y el grado de avance del trastorno. Algunos tratamientos que tu gastroenterólogo puede prescribirte son:
- Beta bloqueadores o nitratos (para hipertensión portal)
- Dejar de beber (si la cirrosis es causada por el alcohol)
- Procedimientos de bandas (utilizados para controlar el sangrado de las várices esofágicas)
- Antibióticos intravenosos (para tratar la peritonitis que pueden ocurrir con la ascitis).
- Hemodiálisis (para purificar la sangre de las personas con insuficiencia renal)
- Lactulosa y una dieta baja en proteínas (para tratar la encefalopatía)
El trasplante de hígado es una opción de último recurso, cuando fallan todos los otros tratamientos disponibles.
Prevención
Tener relaciones sexuales con protección (uso de condones) puede reducir el riesgo de contraer hepatitis B o C. Además, se recomienda recibir la vacuna contra la hepatitis B para reducir el porcentaje
Dejar el consumo de alcohol, seguir una dieta equilibrada, realizar ejercicio regular y no tomar medicamentos sin consultar con tu médico puede prevenir o retardar la cirrosis hepática.
En Clínica Internacional contamos con la especialidad de Gastroenterología, en donde podrás tratar distintos problemas del aparato digestivo. Si deseas reservar una cita, puedes hacerlo a través de nuestra sección Citas en Línea.
Traducido y adaptado de: healthline.com